El mundo contemporáneo enfrenta múltiples desafíos, incluyendo pandemias globales y un incremento en los casos de depresión. Asimismo, se observa una degradación en aspectos como la conducta moral en la sociedad, la responsabilidad ciudadana y las competencias para el empleo. Paralelamente, se está lidiando con una variedad de retos socioemocionales y ambientales de gran complejidad. En este contexto, la educación, la innovación, la tecnología y las habilidades para la empleabilidad se han erigido como pilares fundamentales para asegurar un futuro próspero en nuestro planeta. Con el objetivo de preparar a los estudiantes para que se desenvuelvan con éxito en el siglo XXI, las Instituciones de Educación Superior (IES) y el sistema educativo en su conjunto deben adaptarse rápidamente a los cambios impulsados por la Era Digital.
El término «habilidades del siglo XXI» se utiliza generalmente para referirse a ciertas competencias básicas (claves o estratégicas) como la colaboración, la alfabetización digital, el pensamiento crítico y la resolución de problemas que los pensadores creen que las IES deben enseñar para ayudar a los estudiantes a prosperar en el mundo actual. Sin embargo, en un sentido más amplio, la idea de cómo debería ser el aprendizaje en el siglo XXI está abierta a interpretaciones y controversias.
El aprendizaje del siglo XXI significa que los estudiantes de Educación Superior (ES) dominan el contenido mientras producen, sintetizan y evalúan información de una amplia variedad de temas y fuentes, con una comprensión y respeto por las diversas culturas. Además, deben demostrar el cultivo de realidades como la creatividad, comunicación, colaboración; así como destrezas en la alfabetización digital y la interculturalidad. Las herramientas virtuales y los softwares de código abierto crean territorios de aprendizaje sin fronteras para estudiantes de todas las edades, en cualquier momento y en cualquier lugar.
Un aprendizaje poderoso, de la naturaleza señalada, exige docentes calificados que aprovechen y se nutran de los avances de la ciencia cognitiva y estén organizados estratégicamente en equipos, dentro y fuera del ciberespacio. Muchos profesionales de la ES emergerán como maestros emprendedores que trabajarán en estrecha colaboración con los estudiantes en sus comunidades locales al mismo tiempo que se desempeñarán como conserjes de aprendizaje, guías de redes virtuales, organizadores comunitarios e investigadores de políticas.
El aprendizaje del siglo XXI encarna un enfoque de la enseñanza que combina el contenido con la habilidad. Sin habilidades, los estudiantes deben memorizar hechos, recordar detalles para hojas de trabajo y relegar su experiencia educativa a la pasividad. Sin contenido, los estudiantes pueden participar en la resolución de problemas o en experiencias de trabajo en equipo que caen en la trivialidad, en la relevancia sin rigor. En cambio, el paradigma de aprendizaje del siglo XXI ofrece una oportunidad para la sinergia de los márgenes del contenido vs. el debate sobre las habilidades y llevarlo a un marco que disipe las dicotomías. El aprendizaje de la Era Digital significa escuchar las piedras angulares del pasado para ayudar a navegar por el futuro. Adoptar un modelo de aprendizaje del siglo XXI requiere la consideración de aquellos elementos que podrían comprender tal cambio: formar estudiantes que asuman riesgos intelectuales, fomentar los dispositivos de aprendizaje y fomentar redes de aprendizaje donde todos sean aprendices.
En la era actual, dominada por la tecnología, resulta fundamental adquirir la capacidad de aprender de manera continua. Los estudiantes de hoy, sumergidos en un contexto digital, se enfrentarán probablemente a diversas carreras profesionales a lo largo de su vida. Por lo tanto, es vital que desarrollen habilidades sólidas de pensamiento crítico y competencias en comunicación interpersonal, elementos clave para tener éxito en un mundo caracterizado por su constante evolución, interconexión y complejidad.
La tecnología facilita un acceso ininterrumpido a la información, promoviendo una interacción social constante y simplificando la creación y el intercambio de contenidos digitales. Este panorama ofrece a los educadores la oportunidad de emplear herramientas tecnológicas para desarrollar entornos de aprendizaje atractivos y adaptados a las necesidades de las generaciones emergentes.
El proceso educativo ya no se limita a un enfoque único ni se restringe a las paredes del aula. Se vuelve esencial aprovechar las oportunidades que la tecnología brinda para reinventar la educación superior en el siglo XXI. El foco debe estar en preparar a los estudiantes para convertirse en aprendices autónomos y permanentes, capaces de adaptarse y crecer continuamente en un mundo en constante cambio.
El aprendizaje del siglo XXI será, en última instancia, «impulsado por el estudiante». Las viejas historias de educación (modelo de fábrica, de arriba hacia abajo, impulsada por el cumplimiento) se están derrumbando o se están rompiendo y esto se debe a que Internet está liberando energía intelectual que proviene de los deseos latentes como seres humanos de tener una voz, de crear y participar. Los resultados basados en el conocimiento se parecen mucho a las economías de libre mercado o los gobiernos democráticos. Estas actividades de enseñanza y aprendizaje, gobernadas libremente y altamente autodirigidas, existen más allá de la sanción o el control de las instituciones educativas formales. Las respuestas políticas e institucionales deberán continuar promoviendo prácticas educativas que estén altamente estructuradas, como estándares nacionales y la enseñanza de habilidades del siglo XXI.
Autor: Dra. Yvonne Alarcón
Decana de la Facultad de Educación a Distancia y Semipresencial