Conocimiento y Ética como pilares de un Gran Abogado

En el ámbito jurídico, la excelencia profesional se sustenta en dos pilares fundamentales que son el conocimiento y la ética. Como abogada y docente, he podido observar cómo estos elementos no solo definen la capacidad técnica de los profesionales del derecho, sino también su integridad y credibilidad ante la sociedad.

Por un lado, el conocimiento es la base sobre la cual se construye toda carrera profesional, puesto que un abogado debe conocer ampliamente las leyes, la jurisprudencia y los principios jurídicos. Este conocimiento requiere constantes actualizaciones debido a los avances jurídicos y la propia globalización del saber y conocer. Además, la tecnología ha añadido una capa adicional de complejidad, haciendo imprescindible una formación continua.

En mi experiencia, la formación jurídica debe ir más allá de los textos legales y abarcar también la comprensión de las ciencias sociales, la economía y la política, es decir, distintas áreas del saber. Un abogado bien informado es capaz de contextualizar los problemas jurídicos dentro del marco más amplio de la sociedad, permitiendo soluciones más integrales y justas. Además, la investigación y el análisis crítico son habilidades esenciales que deben ser cultivadas desde el inicio de la formación académica y perfeccionadas a lo largo de la carrera profesional.

Por otro lado, la ética es el segundo pilar esencial. Un abogado sin ética puede tener un vasto conocimiento, pero carecerá de la brújula moral necesaria para ejercer su profesión de manera justa y honesta. La ética en el derecho no solo implica la adhesión a un código de conducta profesional, sino también la internalización de principios como la justicia, la equidad y la responsabilidad social.

En la práctica, he observado que los dilemas éticos son comunes y pueden variar desde conflictos de interés hasta la presión para distorsionar la verdad en beneficio de una de las partes. Aquí es donde la firmeza ética de un abogado se pone a prueba. La integridad personal y profesional debe prevalecer sobre cualquier consideración material o presión externa. Un abogado ético no solo protege los derechos de sus clientes, sino que también contribuye a la integridad del sistema legal y la confianza pública en la justicia.

Es así que podemos observar que la combinación de conocimiento y ética crea un gran abogado en su ser y conocer. Es importante que la competencia técnica esté guiada por principios morales para asegurar que el ejercicio del derecho se realice en beneficio de la sociedad. Por ejemplo, en casos de derechos humanos, el conocimiento jurídico permite la defensa efectiva de los derechos, pero es la ética la que motiva a un abogado a luchar por la justicia, incluso frente a adversidades significativas.

Además, la transparencia en sus convicciones molares hará que un abogado sea claro y honesto para con sus clientes y sus propios pares. Esto no solo fomenta la confianza, sino que también fortalece la reputación profesional del abogado, que al fin y al cabo sustenta toda su carrera.

Como última reflexión, la grandeza de un abogado se mide por su capacidad para equilibrar un profundo conocimiento jurídico con una ética intachable. Estos pilares son indispensables no solo para el éxito profesional, sino también para el fortalecimiento del sistema de justicia y la promoción de una sociedad más equitativa. Como profesionales del derecho auxiliares de justicia, debemos comprometernos con la excelencia en ambos aspectos, asegurando que nuestro trabajo refleje tanto nuestra competencia técnica como nuestra integridad moral que permanece en el tiempo.

“Para considerarnos buenos abogados, debemos honrar nuestra investidura y desempeñar nuestro papel de manera honorable.”

Autor: Abg. Alicia Gavilán

Coordinadora de la Carrera de Derecho

Facultad de Educación a Distancia

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